Cámara de los horrores
El Lagunero, marzo de 1997
Desde este túmulo escarpado de mi laguna estigia, único lugar de esta geografía acuosa apto para ejercer la escritura, las cosas se ven de otra manera distinta, desde diferente perspectiva, con otros ojos…
A este túmulo de reclusión y soledades de esta insondable laguna acuden las aguas de los siete mares y las almas de lo que ya fue (la noticia), para que yo las describa, les mude su apariencia mundana o acaso las desnude y las desalme.
La Laguna Estigia, entre los antiguos griegos, era uno de los ríos que bañaban con sus lánguidas aguas las profundidades del mundo subterráneo (el Infierno de la Antigüedad occidental precristiana) donde, se dice, iban las almas de los muertos después de morir.
Hasta aquí ha venido a parar, prematuramente, la desventurada pluma de este escritor como pago a una terrible osadía, aunque voluntariamente (podía haber elegido una sima inaccesible de la Fosa de las Marianas o una lúgubre caverna en lo más profundo del Monte Everest) pues es el lugar idóneo, esta laguna estigia, para contemplar lo que acontece ahí arriba, en la superficie de ese mundo tan noticioso, del cual he sido desterrado. Desde aquí les escribo mi crónica mientras echo unas manos al tute con el corrupto Caronte.
Me han llegado noticias del proceso judicial a unos jovencitos que, creyéndose dioses o algo por el estilo de un macabro juego, asesinaron a sangre fría en abril de 1994 a un inocente barrendero. Uno de ellos, un tal Javier Rosado, cabecilla del grupo, resultó el inventor de un juego de rol denominado “Razas”, en el cual ejercía de guía satánico.
Psicoanalizado por varios médicos de la cosa, le han diagnosticado unas psicopatías sin definición aún en el diccionario, esquizofrenia aguda, personalidades múltiples, delirium tremens, además de ser muy inteligente (por la suma de tantas personalidades, será). Al final. La culpa la va a tener el Gobierno, que obliga a los jóvenes a diseñar sus propios mundos virtuales mientras esperan su primera oferta de trabajo.
Parece ser que también han cogido ya al famoso “violador de las Pirámides”, un tipo que no es que se dedicara a profanar tumbas egipcias más o menos antiguas, sino que, el muy sinvergüenza, se había beneficiado sin previo consentimiento a unas 140 mujeres de un barrio madrileño de nombre tan faraónico.
Parece ser que el muchacho era la mofa y befa de sus compañeros durante su etapa colegial y veía en sus víctimas los rostros de sendas compañeras de pupitre. En el pueblo la gente no esperaba que su Arlindo (así se llama el violador/semental) fuera tal enigmático y oscuro personaje, y nadie se lo imagina oculto tras una esquina esperando a su víctima con la cremallera a medio descorrer.
Una paisana suya, al conocer la noticia, declaró a la prensa lo siguiente: “Y porque se fue a Madrid, que si no este semental nos viola a todas las del pueblo”. Ahora Arlindo aguarda en prisión, corriendo desnudo tras las cucarachas para mitigar su voraz libido, hasta que la justicia, que es tímida y apocada como el mismo Arlindo, se digne a actuar.
Hace un par de noches (en los infiernos los días se cuentan por noches) nos acompañó en la partida de tute Marilyn Monroe, avejentada y gastada de tanta vida eterna (el infierno quema mucho). La rubicunda actriz está molesta con el video porno que le han sacado mostrando unas habilidades poco ortodoxas de contorsionista lúbrica.
Elle se defiende diciendo que la última vez que enseñó el culo fue en “La tentación vive arriba” (icono cinematográfico). Yo confío en la Monroe porque aquí, en mi laguna estigia, nadie miente y además me estoy enamorando de su piel lívida y ajada como la cinta de una película corrupta por tantas reposiciones.
Otras noticias que han llegado a mi laguna tienen que ver con Formigal, el matahormigas que usó aquella señora de Valencia, en dosis casi clínicas durante año y medio, para envenenar al pariente porque no le prestaba atención. Mucho ojito con las señoras de los futboleros que pueden hacer subir las ventas de insecticidas.
Plutón, señor de los infiernos y uno de los causantes de mi extradición, ha conectado el inframundo a Internet. Como nos ha puesto tarifa plana, aprovecho para ver cómo anda el mundo y mandar mis crónicas todos los e-mail (buzones electrónicos) del planeta. Sólo este noble periódico, en el que escribo ahora, ha accedido a publicarlos.
Mientras surfeaba por la Red pude asistir a la inauguración en Madrid de la feria “Mundo Internet 97”, con el mismísimo Bill Gates de invitado de lujo, en la que un Aznar virtual (de mentirijillas) inauguraba su propia terminal desde La Moncloa mediante videoconferencia, que es lo último en telecomunicaciones y un rudimento muy avanzado que permitirá a las parejas, en un futuro no muy lejano, hacer el amor sin intercambio de fluidos. La videoconferencia será la vacuna definitiva contra el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual.
Una cohorte de amazonas feministas, el colmo del feminismo y una redundancia de curvas, irrumpió la pasada noche en nuestra partida de tute con la intención de disolverla “por ser la manifestación de un machismo decadente”. Se quejaban, además, de un anuncio de televisión en el que un bebé aparece feliz y respaldado por unos senos ingrávidos y turgentes.
Según ellas, la imagen de la mujer ha sido utilizada como un vulgar fetiche y yo les he replicado que, en cualquier caso, habría que preguntar a esa mujer en particular por qué lo hizo. Porque a lo mejor quería y así es como se gana la vida. La misma pregunta vale para el caso de las prostitutas, las top models o las novicias de cualquier orden monacal.
Las amazonas, airadas, nos han destartalado el tinglado, han cogido la baraja y se han retirado a pontificar su feminismo rancio por otros rincones del Hades. Yo he salido tras ellas por ver qué rumbo tomaban las reivindicaciones, obnubilado por esa belleza tan agreste que desprenden las amazonas y hechizado por la fragancia de mantis religiosa que asesina al macho después de copular.