Balada del funcionario
La Opinión de Tenerife, 28 de mayo de 2008
A estas alturas de la peli, ser funcionario no mola, a pesar de lo que pueda pensar el respetable en general. Para la mayoría, un funcionario es un señor de empleo fijo que espera la llegada de la jubilación para ponerse a hacer algo.
Los señores funcionarios tenemos muy mala prensa, pero no todos somos ese caballero tranquilo que dilapida las mañanas sellando originales y copias, y aguardando el ocaso del mes para cobrar. Hay muchas clases de funcionarios, pero nos vamos a referir concretamente al gremio de los docentes, que es el que más cerca nos queda.
En primer lugar, la basca docente adolece de los estímulos o incentivos laborales que, por ejemplo, proporciona la empresa privada a sus empleados, donde también existe la posibilidad de la promoción profesional para alcanzar puestos de mayor responsabilidad y con mayores ingresos económicos.
Esto no ocurre en la docencia, donde a lo máximo que se puede aspirar es a jefe de departamento didáctico o a desempeñar temporalmente un cargo directivo (director, secretario, jefe de estudios…) que está constantemente a disposición de la asamblea o claustro de profesores al tratarse de cargos elegidos democráticamente. Es decir, que hoy puedo ser director de un centro educativo y dentro de cuatro años dejar de serlo y pasar a convertirme de nuevo en un profesor más de a pie.
Obviamente, al puesto de Consejero de Educación (jefe de la empresa) no se llega por méritos contraídos o por años de servicio, sino que, muy al contrario, es un cargo que puede desempeñar una persona que poco o nada tengan que ver con la enseñanza (la mayoría nunca ha dado clases).
Ahora que se acercan las Navidades es el momento de pedir. Por eso les solicito por triplicado al jefe de la empresa y al patio sindical que es el momento de incluir los incentivos laborales en la lucha de barricadas y que se reconozca verdaderamente el trabajo de cada docente per se.
Es hora de exigir, por ejemplo, que se reconozca económicamente las labores de tutoría de alumnos o que en los proyectos educativos de los centros se incluya una partida económica para aquellos docentes que se hacen responsables de esos proyectos. O para aquellos profesores que quieran hacer actividades con sus alumnos fuera del horario escolar en forma de horas extra.
Por lo general, las perras de los proyectos las aprovechan los centros educativos para mejorar sus servicios, puesto que las partidas ordinarias que se reciben anualmente no dan mucho más que para el agua y la luz, cuyo pago corre a cargo de cada cual.
De esta forma, un centro educativo que se implica en varios proyectos tiene más dinero disponible para llevar a cabo una mejora de sus servicios a la comunidad educativa, frente a otro que no los solicita.
Hace algunos años surgió entre el profesorado el tema de la homologación salarial, aunque desde este zurrón siempre hemos pensado que éste era un tema bastante peliagudo pues no en todos los centros se trabaja lo mismo y no todos los docentes realizan el mismo trabajo. Por eso hemos sido siempre partidarios de los incentivos laborales.
Creo que ha llegado el momento de incluir esta demanda entre las reivindicaciones salariales de la basca docente, a ver si el Coletas nos oye y lo incluye en su programa de choque junto a la Renta Básica y la Teletrofia Presidencial. Vamos, que espérate sentado.